FutureSelf 12: Reyes de nuestro cuerpo
Aprende a ser soberano de tu cuerpo, y empieza a masterizar ese arte.
La soberanía es un ejercicio de resiliencia. Ya lo hemos visto en ediciones anteriores. Ser soberano va más allá de tener el poder en algo, hay que actuar como un anfitrión, y estar ahí cuando las cosas se desvían, es en ese momento en el que nos definimos realmente como soberanos anfitriones de nuestro templo, y no dictadores autoritarios que sólo buscan hinchar su ego y tener la razón.
Es por eso que es tan importante, cuando empezamos a ser más soberanos de nosotros mismos, encontrar constantemente vías de inspiración, formación y aprendizaje para no quedarnos atrás. Como responsables de nuestro templo, tenemos que estar al día de todos los avances que otros han hecho por nosotros, y encontrar maneras de aplicarlo a nuestro día a día para que nos ayude a construir la versión que queremos ser. El autogobierno de uno mismo está íntimamente ligado al conocimiento, es desde donde sale realmente todo. Cuando conocemos que hay otras formas de hacer las cosas, esa curiosidad nos impulsa a querer saber más, lo que a su vez nos lleva a tener la capacidad de elección entre varias opciones. Todas válidas, pero que elegimos nosotros.
Hoy voy a tocar un tema muy guay porque me fascina poder aplicar un concepto como este a algo tan material y tangible como el cuerpo. Como ya comentamos en la primera edición, Construye tu Templo, en la que te invitaba a iniciar sistemas que te permitan construir tu yo del futuro, el cuerpo es una herramienta muy poderosa si la usamos adecuadamente. Al igual que la mente es nuestro centro de decisiones, el cuerpo es nuestro centro de acción. Es aquel lugar físico al que acudimos cuando queremos convertir en realidad eso que la mente se ha propuesto. Nuestro cuerpo es nuestro templo, es lo que tenemos para poder experimentar el mundo, un cuerpo sano y vital nos proporcionará una calidad de vida tan increíble y plena que retroalimentará el resto de cosas: sentiremos más energía, más agradecimiento, más ganas de mejorar, más posibilidades de explorar nuestro potencial… Es un potenciador de nuestra mente. Para lo bueno, y para lo malo.
Si no ponemos consciencia en cómo lo tratamos, si lo dejamos arrastrarse por la inercia, los malos hábitos y conductas destructivas, acabaremos con un cuerpo escombro, lleno de dolencias, de errores en el sistema, confundido y herido, que no solo no nos potenciará, si no que limitará la versión que realmente queremos conseguir. La importancia es tal, que yo, una persona completamente desvinculada del movimiento y del deporte, que he olvidado a mi cuerpo durante años, abandonándolo a su suerte, estoy ahora enfocado en reconstruir aquello que ya tengo pero que una vez olvidé.
Y es que, si nos paramos a pensar, vivimos en un entorno que daña constantemente a nuestro hogar:
Lo alimentamos de comida procesada, azúcares e hidratos. Además cada 2-3 horas.
No le damos espacio a regenerarse. Dormimos poco y mal, con luces azules de forma constante.
No tomamos el sol, ni estamos en contacto con la naturaleza, nuestro entorno natural.
Nos pasamos sentados 12 horas al día, sin control, para subir un edificio de 1 planta cogemos el ascensor.
No estamos activos ni hacemos deporte nunca. Olvidamos la fuerza y nos cuesta subir una garrafa de aceite a casa.
Reprimimos nuestras emociones, nos comparamos y nos exigimos, nuestro descanso se ve dañado por la necesidad de estar conectados 24/7.
No somos tribu, no conocemos ni al vecino, no hay comunidad.
Podría seguir durante horas, pero creo que se capta el concepto: si nos dejamos llevar por la corriente, lo lógico es que, no sólo vivamos menos años, si no que lo hagamos con mucha peor calidad de vida. Para mí, ser el CEO de mi cuerpo y darle la soberanía que se merece me permite honrarlo, agradecerle todo lo que hace por mí y lo más importante: darme la herramienta para vivir más años y con una calidad de vida brutal por el camino.
Esto es como el ying y el yang, vivimos en equilibrio con nuestro cuerpo, negarle lo que necesita es una receta para la destrucción asegurada. Puede sonar muy metafísico, pero la mejor forma de tratar con la sombra es aceptándola, integrándola en cada aspecto de ti, reconociéndola y haciendo que trabaje a tu favor, que sea una parte de ti que te nutre también, no que te destruye.
Nos hemos olvidado de sentir, de hablar con nuestro cuerpo, de saber dónde están sus límites y cuando dice basta. Por ponerte un ejemplo, siempre había comido gluten y nunca me había sentado “mal”. Consideraba que era una persona sana que se alimentaba bien, y que llevaba un estilo de vida bueno, sin movimiento, pero sin dolor y con una sensación de “aparente calma”. Estaba en el centro del huracán, ese lugar en el que la calma sólo es una ilusión, un instante que puede desaparecer en un chasquido y dejar paso a la destrucción más absoluta. Tenía algunos síntomas aislados, una piel seca que achacaba al clima, unas jaquecas que asociaba a los hombros cargados, o un reflujo que creía que venía del tomate. Señales. Señales everywhere que no quise escuchar, que no supe interpretar, y que me indicaban que algo se estaba desregulando. Ahora, meses más tarde, al comer algo que me inflama el sistema digestivo lo noto. No es porque se haya hipersensibilizado, si no porque antes estaba adormecido. El cuerpo humano es una creación de la naturaleza, como todas las demás, que no dejo de admirar y que cada día me demuestra lo increíble que puede llegar a ser. Es un ejemplo de resiliencia pura, se adapta a lo que le eches, pero todo tiene un límite.
Es por eso que en la edición de hoy quiero darte algunas claves que han mejorado mi soberanía corporal, para demostrarte que puedes volver a tener el control sobre tu cuerpo y sentir esa conexión que nunca debimos perder. Esa escucha que nos permita mantener el control de nuestro cuerpo y que éste nos potencie.
Entender cómo funciona tu cuerpo. No te digo que te hagas un master en biología molecular, pero empieza a conocer cómo funciona tu cuerpo en términos generales: cómo se nutre, cómo procesa la comida, cómo respira, cómo se estructura. Al hacerlo, no sólo ponemos consciencia en la maravilla que somos, si no que nos ayuda a entender su naturaleza, a darle un sentido a prácticas que nos pueden parecer extremas, pero que tienen sentido cuando se conoce. Aprende mucho, todo lo que puedas, sobre cómo conseguir ser más independiente y formar tu propia opinión. Acude a profesionales que te ayuden a entender cómo funcionan realmente las cosas, que realmente te traten como a una persona que quiere aprender lo más profundo y precioso que existe: conocerse a uno mismo.
Nútrete de verdad. Nutre a tu cuerpo de una vez sólo con alimentos reales. Yo sigo una regla muy fácil y que me sirve siempre por mi condición de hipotiroideo. Sólo como comida real: huevos, verduras, carne y pescado. Cereales, lácteos y legumbres contados, tolerancia cero al azúcar, al alcohol y a cualquier elemento que se salga de mi esquema general. No bebo calorías, ni bebidas azucaradas, zumos ni nada similar. Y esto lo aplico el 95% de las veces. Y disfruto mucho comiendo, porque la realidad es que lo que hay arriba es productazo, sólo que nos hemos dejado engañar creyendo que un paquete de doritos está más rico que unas alcachofas, cuando nada tiene que ver. Dejo espacio a ese 5-10% para disfrutar de platos que habitualmente no comería, pero que me nutren emocionalmente, mi pasta carbonara auténtica no falta. Y todo esto bajo la supervisión de profesionales médicos, lo que arriba no es una recomendación, es lo que hago yo, basado en ciencia.
Deja que tu cuerpo se regenere. Tan sencillo como eso. A veces es más quitar cosas que hacemos, que añadir nuevas. Por ejemplo: da espacio para las digestiones. Come en ventanas de ingesta en los que haya luz solar, para adaptarte a los ritmos circadianos naturales del cuerpo. No comas cada 2-3 horas, nútrete en 2-3 comidas saciantes durante el día y deja que el cuerpo se gestione durante el resto del día. Toma el sol unos minutos cada día, que te dé en la cara y actúe como catalizador de energía en tu cuerpo. Regenérate a través del descanso, durmiendo tus 8 horas diarias, acostándote al menos 2 horas más tarde después de cenar y haciéndolo en un lugar de calma y seguridad. También regeneramos nuestro cuerpo en la naturaleza. Unos minutos de conexión con ella al día deberían ser obligatorios para generar beneficios en tu templo.
Muévete. No voy a decirte nada que no te dije ya en la edición FutureSelf 5: El movimiento. Moverte es TAN clave y se hace TAN poco, que debería ser prioridad número 1. Moverte no es estar 3 horas diarias en el gimnasio, es ir cambiando la posición mientras trabajas, es estirar por las noches, subir las escaleras en vez del ascensor o ir caminando a los lugares.
Evita comparaciones: Cada cuerpo es diferente y único. Evita compararte con los demás, especialmente con las imágenes de cuerpos ideales que a menudo se presentan en los medios de comunicación. La expectativa nos lleva a destruir algo que es bello per se. Hace tiempo que acepté mi cuerpo tal y como es, con sus particularidades y características. Las comparaciones con cuerpos normativos nos pueden llevar a negligir nuestro cuerpo, a someterlo a estrés y una presión realmente innecesaria y generada por nosotros mismos. No.
Escucha a tu cuerpo en silencio. Siente tus emociones. Qué duro y qué difícil esto. Sentir es parte de nosotros, pero una parte que enterramos entre ruido para evitar conocer verdades profundas, no? Verdades que, una vez expresadas, pueden hacernos daño o sacar a la luz dinámicas en las que no estamos cómodos, o no queremos seguir, pero que decidimos enterrar por evitar la confrontación. Esto no está demostrado, y no tengo pruebas pero tampoco dudas de que en el futuro se conseguirá conocer la relación directa entre las emociones reprimidas y la salud humana. Estoy convencido del papel que las emociones juegan en nuestro cuerpo y de que la gestión de estas emociones tiene que ser trabajada si no queremos que se somaticen de alguna manera. Escucha a tu cuerpo, es tan sencillo como sentarte en silencio, fuera del ruido, y hacerlo.
Recuerda, tu cuerpo es tu templo: puede potenciarte, conseguir que tu creatividad explote, que explores futuros que ahora ni te imaginas o limitarte, empequeñecerte, hacerte sufrir y dejarte en un pequeño rincón controlado por el miedo. La decisión se toma cuando eres soberano de tu cuerpo, porque, cuando no lo eres, la inercia toma la decisión por ti. Y ya sabes qué decisión tomará.
Nos vemos en el futuro,
Fabián