FutureSelf 16: Cuando decir "gracias" te mejora
¿Quieres crecer en la vida? Empieza por agradecer.
Recuerdo esta frase que me decían de pequeño: “Es de bienacido ser agradecido”. Y es que, en una sociedad en la que perdemos foco, esperanza y atención, volver a agradecer es mucho más que decir una palabra. Es mucho más que tener un gesto con el de al lado, es un atajo directo a mejorarte como persona y a acercarte a tu potencial. Y hoy voy a demostrarte el motivo que hay detrás.
Ya sabes que FutureSelf es una newsletter gratuita que recibes cada sábado a las 8:54 en la que reflexiono sobre formas de mejorar nuestro yo del futuro, ser soberanos de nuestra vida y explorar nuestro potencial. La mejor forma de ayudarme a seguir construyendo esto es compartiéndolo con personas que crees que pueden beneficiarse de estas palabras. Hazlo y seguro que pronto te lo agradece.
La gratitud es ese concepto que sólo aquellos que lo han experimentado profundamente puede conocer. Estar agradecido no sólo puede ser por alguien, puede ser por algo, por una situación concreta o por un contexto en el que estás viviendo. Y es que la gratitud es una de las herramientas más poderosas que existen para mejorar nuestra realidad y llenar el depósito de energía para todo lo que estamos a punto de construir. Nos permite restaurar nuestros niños interiores, en los que teníamos una visión más inocente del descubrimiento y la apreciación pura, sin estar condicionada por el riesgo de la supervivencia o del juicio de los demás. Nos genera una sensación de satisfacción y plenitud que no puede ser comparada con otras emociones, porque engloba muchas de ellas. Es satisfacción, es alegría, placer, reconocimiento de lo que te tenemos, de lo que hemos conseguido y de lo que se nos ha dado, pero, lo más importante, es valoración.
Valoramos las cosas no por su precio, no por su coste, si no por ser. Y esta es una gran distinción. Valoras la sonrisa de tu amigo, el sol que te calienta la cara, el café de las 8 de la mañana, el atardecer que has podido ver, tus pies mojados en la arena de la playa, el sabor de ese pastel de chocolate que te han preparado para tu cumpleaños o el whatsapp que acabas de recibir de esa persona que tanto significa para ti. Nada de esto tiene un precio, porque su valor está por encima de cualquier etiqueta. Y la capacidad de apreciación, de valoración, es lo que nos hace conectarnos con la sensación de agradecimiento más pura y sincera que ocurre: la de estar agradecidos por respirar, por permitirnos experimentar todas y cada una de las sensaciones que nuestro cuerpo y nuestra mente nos ponen a nuestra disposición, es cuando entendemos que la vida es un regalo, que cada segundo con intención que pasamos respirando es un milagro, y que somos nosotros, los que, sin darnos cuenta, nos vamos encerrando en una jaula creada por nosotros mismos, encerrándonos en pensamientos más superficiales, más ligados a nuestro ego, a nuestra emoción, que a nuestro potencial.
Hoy quiero hablarte del por qué la gratitud forma parte indispensable de mi vida, cómo me está ayudando a construir mi yo del futuro y cómo puede desatar tu potencial si la usas adecuadamente.
Me gusta comparar el agradecimiento como una forma que tiene el amor de manifestarse en emoción. El amor puede ser pasión, puede ser admiración, respeto, pero, sobretodo, es agradecimiento. Cuando agradecemos, estamos dándole valor a algo que de otra forma pasaría desapercibido, estamos reconociendo algo que, otra persona, situación o contexto, ha generado y del que ahora nos estamos beneficiando. Estamos haciendo un parón en el flow de la vida para decir: “Oye, gracias. Me has ayudado” Y eso, aunque no se vea, es realmente poderoso. Porque empezamos una rueda de valoración en la que los matices, lo sutil, empieza a cambiar, dando paso a efectos duraderos sobre cómo percibimos el mundo y cómo el mundo nos percibe a nosotros.
Creemos que agradecer es sólo decir “gracias”, pero no tienen nada que ver con la palabra. Esta palabra es una forma que tiene el lenguaje de resumir un sentimiento y una emoción, si no existe ese sentimiento o emoción, la palabra está vacía, carece de sentido. El objetivo de esta edición es que agradezcas con el corazón, aunque no digas gracias, es que sientas el agradecimiento, más que repetir como un loro una palabra que hace tiempo pasó a formar parte de las habituales junto con un hola o un adiós. Te pongo un ejemplo tonto, pero que me ha cambiado la visión que tenía sobre el agradecimiento. Siempre que acabo una reunión, me gusta acabar con la coletilla de “gracias por tu tiempo”. Ese gracias por tu tiempo, dicho desde la autenticidad, transmite más que cualquier posible despedida. Valoras su esfuerzo, su trabajo, su implicación y su presencia al escucharte. Le haces partícipe de algo que te ha mejorado, ayudado o simplemente ha formado parte de tu presente durante ese tiempo. Tenía la opción de estar en otro lugar (todos tenemos esa opción, aunque a veces creamos que nos obligan) pero no lo hizo, estuvo ahí. Y eso, aunque parezca una chorrada, abre la posibilidad a que la otra persona, sorprendida por una afirmación que no acostumbramos tanto a escuchar, empiece a pensar: vaya, este me ha agradecido por algo que ni sabía que estaba haciendo conscientemente (como el ir obligado a una reunión). Nos pone a todos en un estado de apertura y de escucha mayor.
Pero agradecer no es solo hacerlo hacia una persona, el hecho de agradecer empieza a tocar fibras sensibles de nuestro yo cuando lo hacemos hacia nosotros, hacia animales o hacia cosas inanimadas. Cuando conseguimos agradecer de forma profunda y honesta por lo que hemos hecho para llegar hasta aquí, agradecer a nuestra casa que nos protege, a la comida que nos nutre, al sol que nos da vitalidad, o a las plantas que nos aportan el aire que respiramos, entramos en otro nivel. Puede sonarte muy espiritual, y lo es, porque empezamos a darnos cuenta de la belleza de lo que nos rodea, lo apreciamos, lo valoramos, y con esa valoración, abrimos nuestros ojos a los de un niño que lo está descubriendo todo por primera vez, entendiendo lo pequeños que somos, lo grandes que podemos llegar a ser, lo bien que funciona realmente el mundo cuando nos apartamos de narrativas artificiales creadas por otros humanos como nosotros, y cuando empezamos a escuchar más lo que nosotros nos decimos a nosotros mismos.
Es ahí cuando el agradecimiento se transforma, como un fénix, de una simple palabra en el diccionario, a una herramienta muy poderosa de autoconocimiento y potencial. Es cuando apreciamos tanto el presente, y lo valoramos hasta tal punto, que no podemos seguir postergando aquello que sabemos que debemos hacer. Aquello que siempre procrastinamos y dejamos para mañana, aún sabiendo que nos lleva a un futuro en el que nosotros podemos vivir. Sólo cuando eres consciente de la oportunidad que tienes delante, es cuando te falta tiempo para construir un futuro en el que quieres estar a toda costa, porque cada minuto que pasa en este presente postergando, es un minuto que dejas de disfrutar en el futuro que quieres. Y, no me malinterpretes, no significa esto obsesionarte con un futuro que aún no existe, y dejar de vivir en el presente por ello, no. Lo que quiero dar a entender es todo lo contrario: agradeces tanto la oportunidad de poder crear el futuro que quieres, que no hacerlo sería fallar a tu niño interno, a tu yo más genuino y auténtico.
Una de las cosas que más me sirvió para empezar en este camino del agradecimiento fue algo tan sencillo como estar presente. No me hizo falta esperar a recibir un gran detalle, ni a irme a ver un atardecer durante un safari a Kenya para empezar a agradecer. Fue tan sencillo como dedicarle 2 minutos de mi día a mirar por la ventana y ser consciente de la gente, de las hojas de los árboles movidas por el viento, de los pájaros viniendo a picotear cerca de mi mesa en una cafetería. Cosas que acostumbramos a tener constantemente delante, pero a las que no les prestamos atención. Lo que cuando empecé eran 2 minutos de mi vida, se han convertido en un ritual constante, en un modo de vida que no me permite ver las cosas de otra manera, porque más que restar, suma. Ahora, agradezco internamente el café de especialidad que me hago, el darme ese momento para mí, el sabor y el esfuerzo que hay detrás para conseguir que yo me esté tomando esa taza hoy. Agradezco tener 5 minutos al día para salir a la terraza a que me de el aire, a ver cómo las flores me muestran su belleza y complejidad, y a que me enseñen la complejidad de unos ritmos que nunca llegaré a entender. Agradezco cuando escucho una canción que me mola, porque me pone de buen humor y me trae recuerdos que me inspiran a seguir por el camino que elegí. En definitiva, soy más consciente de todo el entramado y el orden que hay en un mundo lleno de caos, y ser parte de ello me hace sentirme afortunado de poder vivirlo.
Otra de las herramientas que utilizo, cuando estoy enfadado, frustrado o lleno de rabia, como cualquier otro humano, es poner en perspectiva mis problemas y mi vida. La relatividad no es sólo una cosa que inventó Einstein, si no que es para mí una forma de ver las cosas que me acompaña desde hace muchísimos años. Relativizar es entender el verdadero significado de tus preocupaciones si los ponemos a otro nivel. Es como si en un mapa de España vieras la distancia entre Murcia y Galicia, abismal (sobretodo teniendo en cuenta las pocas opciones de transporte a esos paraísos), pero, si volvemos a conectar esa distancia en un mapa del mundo, la cosa cambia. Todo depende de la escala, así que te doy varios trucos para relativizar que seguramente te ayudarán a aplicar el agradecimiento la próxima vez que te enfrentes a una situación así:
La escala personal en tu futuro: En 5 años, ¿cómo de importante será el problema por el que me estoy preocupando ahora? ¿Realmente tendrá un impacto sustancial en mi vida? ¿Me estoy sobre-exigiendo o preocupando de un tema del que no me acordaré en unos meses?
La escala temporal: Imagina cualquier otra etapa de la humanidad, cualquiera. Te dejo elegir. ¿Ya? Ahora piensa, tendemos a pensar que cualquier pasado fue mejor, por un tema de nostalgia, pero es una falsa ilusión de nuestro cerebro hacia zonas de confort a las que ya no podemos acceder. Tengo una buena noticia. Vivimos en la mejor época de la humanidad, con diferencia. Los avances éticos, laborales, tecnológicos y en calidad de vida son tan, pero tan elevados, que no es comparable con cualquier otra época que hayamos conocido hasta el momento. Antes, te morías de un resfriado o de un corte, tu vida estaba en riesgo con cada mala cosecha o tus pensamientos no podían ser esparcidos de la misma forma que lo haces ahora, porque podías ser condenado por ello. Queda camino por recorrer, pero eso no significa que dejes de apreciar lo que nuestros antepasados hicieron por nosotros: vivimos en la mejor época que la humanidad ha conocido.
La escala geográfica y circunstancial: Una escala en la que hacemos referencia a que, en el mismo mundo, en el mismo presente, compartiendo la misma realidad, existen personas cuyas situaciones y circunstancias son increíblemente adversas. Este ejemplo no menosprecia tus problemas, ni los minimiza, pero te ayuda a entender cómo puedes realmente ponerlo todo en perspectiva para encontrar agradecimiento en cualquier cosa que puedas tener delante.
Con esta escala, y todo lo que te he contado sobre el agradecimiento, espero que puedas ponerlo en práctica, que puedas ver la brutal influencia que tiene esta sensación en nuestra forma de percibir la realidad. Y tu percepción de realidad es lo que determinará, en mayor o menor medida, los puentes que construirás para ese yo del futuro que quieres ser.
Nos vemos en el futuro,
Fabián