¿Porqué la imagen de un fotón (la partícula sin masa que transporta la energía de la luz) es idéntica a la de una cruz templaria? ¿Porqué la luna afecta de forma directa a cómo crecen los tomates?¿Cómo es posible que este año se consiga, con muchísima tecnología detrás, una fotografía de un entrelazamiento cuántico y que ésta sea el símbolo ancestral del Ying y el Yang? ¿Qué me decís de los tambores chamánicos, con miles de años de antigüedad, que resuenan a la misma frecuencia que las ondas cerebrales y nos inducen estados alterados de consciencia?
Llevaba tiempo con esta idea rondando en la cabeza: todas las respuestas están en nosotros mismos, solo que aún no somos capaces de escucharlas. Algunos no las escuchan porque el volumen de esa vocecilla es muy bajo. Otros, porque no se atreven a escucharla. Hay quien la confunde con otros ruidos y no sabe qué escuchar, o que dejan que otras voces, más escandalosas y urgentes, tomen el relevo y sean protagonistas. En cualquier caso, yo siempre he sabido dentro de mí que había algo más. Que llevamos milenios en este planeta, que existe conocimiento o sabiduría ancestral encapsulado en cada uno de nosotros, en nuestras células, en nuestros recuerdos, en nuestra historia.
El problema, como siempre, no es tanto que no exista, si no que no somos capaces de verlo. Y hoy quiero hablaros de eso. No todo puede ser casualidad, no todo puede ser coincidencia. No todo es fruto del azar. Y cada día acumulo más evidencia de ello.
Volvamos al inicio de esta newsletter, sube y observa por un momento la imagen de un fotón y su asombrosa similitud con una cruz templaria. ¿Podría ser que nuestros antepasados, a través de su simbología e intuición, ya habían captado la esencia de lo que la ciencia moderna ahora nos revela? ¿Es posible que aquellos patrones y símbolos que para ellos tenían un significado espiritual, en realidad estuvieran en sintonía con las verdades fundamentales del universo que la ciencia moderna apenas está comenzando a descubrir? Como persona con máster en curiosidad me alucina, pero la cosa no acaba aquí.
Un amigo enfermero me comentó que urgencias se llena de embarazadas a punto de dar a luz justo las noches de luna llena. A través de las mareas y los fluidos, la luna ha estado regulando los ritmos de la Tierra desde tiempos inmemoriales, afectando desde los ciclos de crecimiento de las plantas hasta nuestros propios ciclos humanos. ¿No es fascinante que algo tan distante pueda tener un efecto tan palpable en algo tan cotidiano como la comida que crece en nuestro jardín?
O, la foto de aquí abajo, la fotografía del entrelazamiento cuántico que se desveló este agosto por primera vez en la historia. La ciencia ha alcanzado un punto donde puede mostrarnos visiblemente cómo dos partículas, sin importar la distancia entre ellas, pueden estar conectadas de tal manera que la acción sobre una afecta instantáneamente a la otra. Este fenómeno, plasmado en una imagen que nos recuerda al yin y el yang, nos hace preguntarnos: ¿Estamos redescubriendo conceptos que las filosofías antiguas ya intuían?
La ancestralidad es un concepto que me apasiona: saber que hace mucho tiempo, personas como tú y como yo, pero sin aparente tecnología, ya tenían un conocimiento bestial de la vida, del universo, de cómo mejorarnos y regenerarnos. Es la herencia genética y cultural que una persona ha recibido de sus antepasados, esa línea de descendencia o linaje que conecta a una persona con sus antecesores. Pero no es solo una cuestión de genética; también abarca las tradiciones, prácticas, lenguajes y valores que se transmiten de generación en generación, moldeando la identidad y la pertenencia de una persona dentro de una comunidad más amplia.
Piensa en la ancestralidad como la mochila invisible que llevas puesta desde que naces, llena de historias, rasgos y secretos de tu familia de hace mucho, mucho tiempo. No solo se trata de parecerte a tus bisabuelos en el color de ojos o en la sonrisa, sino también de esas recetas que nadie fuera de tu familia sabe hacer igual, las palabras únicas que usan, o las costumbres en las reuniones que te hacen sentir en casa.
Esa mochila te la han ido pasando tus padres, abuelos y más allá, y cada generación le agrega algo nuevo. Algunas cosas son fáciles de ver, como un mapa de dónde vienen tus antepasados que está escrito en tu ADN. Otras son historias que te cuentan o maneras de celebrar que te enseñan sin que te des cuenta.
Y no es solo historia antigua; esa mochila te acompaña y te da pistas sobre quién eres y de dónde vienes. Es como un álbum de fotos familiar que te recuerda tus raíces y te da una base para construir tu propio camino hacia adelante.
Y por eso lo digo alto y claro: "el futuro es ancestral". Nuestro porvenir está profundamente enraizado en nuestro pasado. Miramos hacia adelante en busca de innovación y progreso, pero las lecciones, sabidurías y prácticas de nuestros antepasados siguen siendo fundamentales para moldear nuestras trayectorias futuras. y abrazarlas nos da una ventaja enorme: nos permite avanzar más rápido. Si tuvieras que aprender a cocinar en una semana, y tuvieras la oportunidad de tener un libro con todas las recetas probadas para facilitar el proceso, ¿no lo usarías?
Aunque aspiramos a crear un futuro con tecnología avanzada y nuevas formas de vivir, no podemos desligarnos de la herencia ancestral que nos ha definido. Esta herencia, que tanto hemos olvidado y negado, puede sentar las bases de un nuevo pensamiento, basado en la sabiduría antigua y la ciencia y tecnología actual, una verdadera revolución. Por eso, quiero mostrarte cómo se aplica en varios contextos:
El que más uso, la ancestralidad para desarrollarme personalmente y que me sirva de crecimiento. Creo firmemente que las herramientas y los métodos para alcanzar la mejor versión de uno mismo no son completamente nuevos sino que son refinamientos o redescubrimientos de principios antiguos. Muchos principios griegos, aztecas, egipcios o incluso más antiguos tienen a día de hoy una importancia tremenda si quieres conseguir un upgrade en tu vida. Su alimentación o su pensamiento es fuente de inspiración. Lo atemporal es la base.
Como una forma de entender el futuro y las innovaciones. Durante siglos, los humanos hemos observado a la naturaleza para crear nuestra tecnología, y seguimos haciéndolo. Un avión surgió al ver las alas de un pájaro, una placa solar lo hizo al fijarse en cómo una planta capta la luz, y así, intentamos mimetizar a nuestra manera el sistema complejo que hay en el universo. Las innovaciones y las tendencias futuras suelen tener sus raíces en conocimientos tradicionales. No los infravalores.
En el diseño y la creación de contenido. La inspiración muchas veces proviene de formas artísticas y narrativas que han resistido la prueba del tiempo, adaptándose a los nuevos medios y audiencias. Todos los cuentos de Disney son versiones de otros más antiguos, todas las grandes ideas son giros de otras más primigenias.
Esta perspectiva resuena con la idea de que para innovar y avanzar, a menudo debemos mirar hacia atrás y redescubrir lo que ya sabíamos, aplicándolo de maneras nuevas y pertinentes al contexto actual. Nos recuerda que el "futuro pluscuamperfecto" que buscamos está, en efecto, construido sobre unos cimientos de los que no sabemos nada, pero que estaban llenos de verdad.
Nos vemos en el futuro,
Fabián
PD. Sé que ha sido una newsletter más especial, por ello, te agradecería si me puedes contestar a este email dándome tu opinión sobre ella: ¿te ha gustado? ¿la compartirías con alguien? ¿te ha parecido interesante? ¡Cuéntame! Es la mejor forma de conocer tu punto de vista y ver cómo seguir mejorando mi contenido.