FutureSelf 25: A qué no te estás atreviendo
Los miedos están limitando tu vida, y puedes cambiar eso
¿Cuántas veces habremos dejado de hacer algo por miedo? ¿Por esa sensación terrorífica dentro de nosotros que nos paraliza y nos bloquea durante días, meses o años? Me lo planteo a menudo, y el otro día la vida se encargó de ponerme delante un ejemplo claro que me hizo verlo con detalle. Tanto, que he decidido escribir una edición de FutureSelf sobre ello, y espero que al acabarla, te plantees si existe algún tipo de decisión que está ahí, en la puerta, esperando a ser tomada, esperando a tu voz, para salir a la realidad y no dejar que el miedo la tenga presa más tiempo.
Hoy os quiero contar la historia de Maria José. Su historia me llegó sentado en un avión, mientras partía de Granada para volver a casa. Aquel día había podido disfrutar de la Alhambra, su belleza y unas vistas increíbles durante la mayor parte de la jornada. Así que yo, satisfecho, me disponía a adelantar algo de trabajo en la hora y media que iba a durar mi viaje hasta Barcelona, donde me esperaba luego un trayecto de dos horas y pico hasta casa. El destino quería otra cosa para mí, una historia que empezó nada más sentarme y que me impidió, afortunadamente, no abrir el ordenador en todo el trayecto.
Maria José era una mujer que ya había entrado en sus 80 años, se rompió la cadera hacía pocos años, menuda y con cara de haber vivido una vida plena y llena de experiencias. Viajaba con su hija, y lo hacían porque tenían una boda ese fin de semana. Hasta aquí, nada extraño. Junto al resto de pasajeros, nos dispusimos a relajarnos y disfrutar de las casi dos horas que teníamos por delante. O eso fue lo que hice yo. Cuando me giré, no pude evitar ver a Maria José nerviosa, con la mirada llena de curiosidad y miedo a partes iguales. Su hija, en el otro lado de los asientos, me miró y me confirmó lo que me intuición me susurraba: era su primera vez en un avión.
No podía creérmelo. Tener la experiencia de poder compartir de forma tan cercana el primer vuelo de alguien fue algo que me impactó. Sentí agradecimiento por poder vivir una experiencia así, por poder observar sus reacciones en el despegue, en el aterrizaje, en el trayecto. Me generaba curiosidad poder verlo desde fuera, en una persona adulta, y me hizo ser consciente de la suerte que tenía de poder ser testigo de algo tan especial para una persona que no conocía de nada. Después de que me comentaran eso, empezamos a charlar. Imagino que parte de la conversación estaba motivada por su evasión a pensar que estaba en un aparato de metal a cientos de metros del suelo, y otra parte a contarme realmente su vida, su historia y lo que la había llevado a estar donde estaba. Empezamos a hablar, a contarnos historias, viajes y anécdotas, hasta que decidí hacer la pregunta: ¿cual era la causa de no haberse montando nunca en un avión en más de 80 años?
Su motivo era el que ya me había imaginado, pues es el principal motivo por el que nos paralizamos, evadimos o cambiamos nuestros planes: el miedo. El miedo a la sensación que le produciría algo así, algo tan diferente, tan extraño y tan poco natural para un ser humano como el hecho de volar. Y es que el miedo asusta, y paraliza. Y nos impide avanzar. El miedo nos destierra a una zona que consideramos cómoda, segura, fácil, pero que en el fondo nos limita. Nos crea barreras, muros, líneas rojas que no podremos cruzar, que nos impiden soñar con otras posibilidades que también son para nosotros. El miedo llevó a Maria José a estar más de 80 años sin pisar un avión, hasta que la necesidad fue más fuerte, hasta que las ganas y el deseo lo superaron y tomó la decisión de seguir adelante, montándose a un avión.
Como dije hace tiempo en esta newsletter, el miedo es el enemigo del potencial. Es la otra cara de la moneda, la otra realidad a la que nos enfrentamos cada vez que damos un paso adelante. No se trata de evitarlo, de desterrarlo, de luchar contra él, si no de mirarlo, de reconocerlo, de entenderlo, y de dejar que sea nuestro acompañante durante el viaje. Un acompañante que nos protegerá, que nos dará una perspectiva más realista de cualquier situación, pero que no nos limitará, que no será autoritario ni dictatorial. Un miedo productivo que nos impulsa, no uno reactivo que nos encarcela en nuestra propia mente. Superar al miedo es una tarea de toda una vida, pero lo que mejor me ha funcionado es la evidencia. Tener referencias de otras personas que hayan superado el punto en el que estás, o de tu yo del pasado, puede ir entrenando a tu mente a entender que el miedo es una ilusión creada por ella para protegerte, pero no para bloquearte. Cuando sientas miedo por alguna situación, recopila referentes, recopila evidencias, ejemplos de situaciones/personas/momentos que te permitan entender que no hay nada que temer, y que el potencial es más grande que el riesgo.
Y es que el miedo no es sólo a atrevernos a hacer algo que nos saca de nuestra zona de confort, también es el miedo al fracaso, a la soledad, a la desilusión, al abandono, a quedarnos sin nada ni nadie, a no ser capaces de resurgir. Ese miedo, que todos tenemos pero que algunos disimulan, otros enfrentan y muchos evitan, es un miedo arraigado a una sociedad que ya no nos representa. En el pasado, la forma más fácil de generar recursos o riquezas era sacándolo de otra persona, robándolo, heredándolo o trabajando a sol y sombra para otro. No había más formas. A día de hoy, la cosa ha cambiado, vivimos en una sociedad donde literalmente cualquiera puede generar por sí misma riqueza y recursos. En la que podemos emprender, comunicar nuestra idea, conectar personas y esparcir nuestro talento por todo el mundo. Y eso se traduce en una sociedad abundante. Es difícil hablar de abundancia viendo todo lo que está pasando alrededor, lo sé, existen muchas contradicciones, pero es necesario que tengamos esa visión si queremos entender las reglas de este nuevo paradigma. Es necesario que entendamos que, a diferencia de nuestros ancestros, nuestros recursos e ideas se generan en un estado mental, que luego transmutamos al estado físico. Nuestros antepasados tenían una probabilidad real muy muy baja de empezar en una familia campesina muy pobre, y acabar como un marqués por los estamentos creados, por el pensamiento de la sociedad, por la forma de generar abundancia, existían barreras muy grandes. A día de hoy siguen existiendo, pero están más ligadas a nuestra perspectiva del mundo que a algo impuesto por otras personas, por eso es tan importante ser conscientes de esa perspectiva. No tengas miedos a fantasmas creados por tu yo del pasado, que se manifiestan en tu yo del presente impidiéndote avanzar y construir la vida que realmente quieres vivir.
Al acabar, Maria José me lo confesó: no sé por qué le había tenido miedo durante tanto tiempo, si al final se me ha pasado volando. Y cuánta razón tenía en esas palabras. Vivimos condicionados por un miedo a situaciones que aún no existen, y no tienen por qué existir. Vivimos preparándonos siempre para lo peor, es hora de empezar a vivir de otra forma.
Nos vemos en el futuro,
Fabián
Súper potente este episodio , es oro puro !! No esperar es empezar a creerlo 🚀