Descansar puede parecer una de las tareas más fáciles que existen en el universo, pero, paradójicamente, la hemos convertido en una de las más complicadas. Aprovechando que he tenido una semana de vacaciones, hoy en FutureSelf quiero hablar de una de las herramientas más poderosas para mejorar a nuestra versión del futuro: el descanso.
Cuando hablo de descansar no es sólo dormir, como comentaba en el episodio del podcast de hace unas semanas, las horas que para unos serían desperdiciadas, para tu cuerpo son de regeneración, de nutrición y de reconstrucción de todo aquello que se ha ido desgastando.
Cualquier ser, vivo o inerte, que existe en este universo se rige bajo la misma ley de la entropía: todo tiende al caos. El azar, ese arma de doble filo que nos permite explorar un potencial que ni nosotros mismos imaginamos, también puede ser responsable de un desgaste general y continuo de engranajes que deberían funcionar a la perfección. Al igual que una piedra en medio de un camino va sufriendo erosión por el agua, el viento, el sol o cualquier otro factor externo, nuestro cuerpo también se va desgastando cada día, hasta acumular tantos errores o fallos que necesita invertir su tiempo en reparar y reconstruir. Es en esa reconstrucción en la que me voy a focalizar hoy.
Hace unos años, era de los que creía en la frase: ya dormirás cuando estés muerto, aprovecha cada segundo de la vida, mientras tú duermes hay otros que están trabajando para conseguir su sueño, bla bla bla. Lo que te venden con eso es una estafa. Hoy, años más tarde, me doy cuenta del error garrafal en ese tipo de mentalidad, en la que se castiga al descanso y al sueño, y en el que no se permite espacio al vacío para volver a crear.
Divido el descanso en dos categorías diferentes, pero que se relacionan entre sí. El descanso físico y el descanso mental. Del descanso físico (dormir) hablaré más en profundidad la semana que viene, si no puedes esperarte, te recomiendo que al acabar esta newsletter te vayas a escuchar el episodio del podcast que te enlazo aquí, en el que hablé de la importancia del sueño para mejorarte en tiempo récord. Hoy me quiero centrar en el descanso mental, ese que necesitamos cada cierto tiempo, y que, ahora que empiezan las vacaciones, podemos empezar a practicar desde ya.
¿Qué hace tan importante al descanso mental y por qué deberías incluirlo en tu agenda como prioridad?
Cuando estamos en una vorágine de trabajo y responsabilidades, somos productivos. No exactamente con el concepto que todos tenemos en la cabeza de productividad, si no de producción. Producimos, creamos, generamos y construimos todo tipo de valor: productos, servicios y conexiones que nos permitirán vivir mejor en el futuro, o eso creemos. Lo cierto es que, como todo en la vida, hay una cara B de la moneda. Al producir sin control, empezamos a generar en nuestro cuerpo cortisol y otras hormonas responsables del estrés, el enemigo número 1 de nuestra mejor versión y una de las causas principales del inicio de la enfermedad: la inflamación. No controlado, el estrés puede ser un factor de riesgo invisible que nos va, poco a poco, gota a gota, drenando de todo aquello de lo que podríamos disfrutar en el futuro. En mi caso, mi estrés crónico no se nota, voy haciendo, sin ser consciente de que hay voces en mi cuerpo que, de vez en cuando van apareciendo, pero que mi subconsciente se encarga de silenciar: un dolor de cabeza puntual, una contractura de vez en cuando, una digestión pesada entre semana, o incluso una niebla mental al levantarme. Son tantos los síntomas que asociarlos al estrés se hace tarea difícil pero inevitable. Eso me lleva a que, si no existe un período de descompresión, el sistema acaba petando y, al cabo de las semanas, aparece un síntoma más profundo que acaba englobando a los anteriores. Es mi cuerpo diciendo: Fabián, para, no puedo más.
Imagina este proceso como un reloj de arena. Cada grano de estrés se va acumulando en una parte del reloj hasta que no queda arena en el otro extremo y se ha llenado. En ese momento, el cuerpo dice basta y empieza un estado de crisis en tu organismo que te obliga a parar en seco. Hay personas que pueden estar años hasta que ese reloj de arena se llena, otras semanas, no hay una métrica estándar para todos los humanos. Lo importante es que siempre llega, para todos.
Ahora, imagina que pudieras darle la vuelta al reloj, y que estos granos se desplazaran hacia el otro extremo de tu reloj de arena, haciendo que todo el estrés acumulado empiece a desaparecer y, poco a poco, vuelva a poner el contador a cero. Eso es el descanso. Darle la vuelta al reloj y empezar a reducir la cantidad de arena acumulada para que, poco a poco, el reloj no colapse ni se acumule demasiado en un extremo. Por eso tenemos fines de semana, por eso tenemos puentes, por eso, tenemos períodos de vacaciones. Para “desconectar”, nutrirnos de otras cosas y resetear el sistema.
El descanso, además, nos permite algo que en el día a día no tenemos el lujo de poder hacer: divagar. No hacer nada. Tener momentos para nosotros en el que, por qué no, nos aburramos. Los niños aprenden aburriéndose, la curiosidad no aparece en un campo lleno de monotonía, si no en un terreno en el que haya espacio para el potencial. Necesitamos aburrirnos más, no por placer, si no como herramienta para crecer. Al dejar espacio mental, empezamos a generar conexiones diferentes a las que habíamos generado hasta ahora. Empezamos a enlazar cosas que hasta ahora habían pasado inadvertidas, empezamos a observar en vez de mirar. Ese es el gran potencial del descanso: regenerar tu cuerpo y empoderar tu mente. Veamos cómo.
Mi plan para que las vacaciones ayuden a mi FutureSelf:
Prepara el entorno
Desconecta de verdad
Date espacios libres y a solas
Integra un arquetipo
Prepara el entorno.
Avisa a todo el mundo que te vas. Pon un mensaje automático en el trabajo, deja de lado el email y las llamadas y céntrate en ti. Delega las responsabilidades laborales en otra persona en la que confíes o, en caso de no poder, cierra durante esos días. Preparar el entorno la semana anterior es clave para empezar tus vacaciones como la terapia que tu cuerpo y mente necesita. Buscas una experiencia que te permita exprimir todo tu potencial, para ello, tienes que ser un lienzo en blanco, una vasija vacía esperando a ser llenada. Al dejar atados todos esos “problemas”, te vas a ir de casa con la sensación de que todo está hecho y que no te dejas nada a medias. Mi consejo es que, el lunes anterior a tus vacaciones, te hagas una lista con todas las cosas que te gustaría dejar listas antes de irte, y hacerlo.
Desconecta.
De nada sirve irte de vacaciones si tienes en el bolsillo un móvil que no para de sonar. Tus vacaciones son un especio temporal en el que tu ser está focalizado en tí. Tú eres tu prioridad, tú eres tu templo, hónralo. Descomprimir lleva algo de tiempo. Liberarte de las notificaciones constantes y de la dopamina (y estrés) que libera puede ser aterrador, pero es necesario. Las primeras 48 horas son clave, si puedes, establece un modo “no molestar” en el móvil (en iPhone ya tienes esa opción) que te permita bloquear a ciertas apps y personas esos días para asegurarte de que no hay interrupción ni notificación que te haga salir de ese Mood. Buscamos entrar en un estado de relajación, inspiración y conexión que nos permita estar a máximo rendimiento durante los próximos meses, ¿qué son unos días de parón comparados con semanas de máximo foco y resultados?
Date espacios libres y a solas.
Puedes enfocar tus vacaciones como un espacio para no hacer nada, o para descubrir nuevos lugares e inspirarte. Personalmente, prefiero hacer un mix. Si tengo una semana de vacaciones, me reservo 2 días para no hacer nada, para dejar que fluya y que la vida me presente lo que tenga preparado para mí. Entrar en estado de fluir, de tomar decisiones cuando nos apetece y no porque está impuesto (muchas veces por nosotros mismos) nos genera una sensación que no podemos conseguir cuando todo está pactado, controlado y agendado al milímetro.
Otro tema importante: estar a solas. Puede parecer complicado, pero debes hacerlo. Dedicarte tiempo a ti como persona que reside en tu cuerpo y darte espacio para pensar, divagar, asentar ideas que tenías en tu cabeza desde hace tiempo pero que por falta del mismo nunca habías bajado a tierra. Estar a solas es uno de los retos más difíciles y apasionantes que te encontrarás, el silencio permite que solo estés tu, y eso, en ocasiones, puede doler mucho. Sana esa parte de ti y tendrás la mitad del trabajo hecho.
Integra un arquetipo y que tus vacaciones sean una excusa.
Los arquetipos son idealizaciones de personajes que representan una idea o concepto en un cuerpo material. Pueden ser representados por dioses mitológicos, personajes de ficción o cualquier otro tipo de ser, para que lo entiendas, te pongo un ejemplo con Harry Potter, la película. El arquetipo del héroe está representado por Harry, el del villano o la sombra, por Voldemort, y, el sabio, por Dumbledore. En otro contexto, la belleza está asociada a Afrodita, o Loki, dios en la mitología nórdica, se asocia con el caos, el desorden y la transformación. El parón de trabajo es una excusa perfecta para experimentar y atreverte a hacer cosas que en otro contexto no harías. Piénsalo: tienes tiempo, ganas de salir de la rutina y un entorno diferente.
Yo he decidido que en mis vacaciones voy a integrar el arquetipo de Eros, centrado en la belleza, el disfrute, la pasión y el deseo. Es algo que me apetece probar y qué mejor momento que unas vacaciones para integrar aspectos de mí que aun no están del todo presentes pero que me gustaría abordar en el futuro.
Aplicando solo estos 4 conceptos, llenos de sentido común pero también de cosas nuevas a probar, tus vacaciones no sólo serán un lugar de regeneración y de re conexión, si no de construcción desde las bases de una nueva versión de ti, más enfocada, más intencional y más inspirada.
Puedes aprovechar las vacaciones como momento de escape de tu día a día, o puedes aprovecharlas para que, desde el descanso, te ayuden a despejar tu mente y tu cuerpo y vaciarlo de todo para dejar espacio a todo lo que estás por crear. Como siempre, tú decides.
Te veo la semana que viene,
Fabián