FutureSelf 41: Así puse a raya mi Hashimoto
Una de las claves que me llevaron a superarlo y dos sorpresas
Nadie puede llegar a imaginarse la ilusión tan heavy que me hizo poder escribir el post de la semana pasada.
Bueno, quizás sí, sobretodo si estás en una situación de cambio como en la que estuve la semana pasada.
Saber que estoy en remisión de una enfermedad crónica y auto-inmune es un deseo cumplido. Saber que con paso lento pero seguro, los anticuerpos van desapareciendo de mi organismo, mis analíticas están reguladas y me voy desinflamando de forma constante. Saber que mi intestino vuelve a aprovechar todos los nutrientes como toca y filtrar todo aquello que me daña. Pero, sobretodo, levantarme por las mañanas sabiendo que la desaparición de los síntomas han sido un efecto secundario del verdadero resultado: haber transformado mis días y mis rutinas.
Ahora me levanto por las mañanas con ganas de recargarme de energía, de nutrirme de forma óptima para el cuerpo, pero también con ganas de disfrutar de ese momento. De hacer de ese instante un ritual que me vuelva a anclar en mi poder personal. Es maravilloso lo que algo tan sencillo como una simple comida puede hacer por ti.
Todo esto no ha sido suerte. De hecho, la suerte no estaba de mi lado hace solo unos meses, pues las posibilidades de tener una autoinmune de tiroides siendo hombre joven están por debajo del 5%, pero me tocó y me puse a buscar soluciones. Probé de todo, no te voy a engañar, y estoy convencido que este cúmulo me ha ayudado mucho a estar en el punto en el que estoy ahora, pero hay algo que me parece muy clave en todo este proceso. Algo que me permitió anclar un hábito que pensaba que tenía muy controlado: Mi alimentación.
Yo ya no tomaba azúcar, yo ya no me alimentaba de ultraprocesados. Los productos que consumía eran ecológicos. Yo creía que comía sano. Sin embargo, mi intestino seguía inflamado. Y eso me costó entenderlo. Porque en una mente en la que crees que lo que haces ya es suficiente, no hay espacio para plantearte si realmente lo que estás haciendo te lleva al resultado que quieres tener. Así que decidí cuestionarme eso y mirarlo desde otra perspectiva: ¿y si no era tanto la calidad de lo que estaba comiendo, como la categoría de lo que comía? No me malinterpretes, la calidad es fundamental, pero puede haber ciertas fugas en tu plan que te estén impidiendo llegar al potencial que quieres. Para mí esa fuga estaba en las harinas y el gluten. Y al verlo e implementarlo, todo cambió.
Decidí adoptar otra perspectiva y empezar a ver cuanta harina en general consumía: en pastas, en postres, en panes… un 90% venía de mis desayunos y meriendas. OMG. El desayuno, que es mi comida favorita, se transformó en mi lugar de experimentación. Y los resultados no tardaron en llegar. Eso, combinado con hábitos para mejorar a mi yo del futuro, con la visión adecuada para reducir mi estrés y con muchas ganas, hicieron que la semana pasada pudiera escribirte ese email.
Por eso, hoy tengo dos sorpresas para ti. La primera, quiero darte una de las recetas nuevas que probé este finde de pascua: unos buñuelos sin gluten, que quedan como los que te comías de pequeño.
La segunda, la forma más rápida de poder poner en práctica desayunos y meriendas antiinflamatorias. Un manual que te ahorrará horas de experimentación (porque ya lo he hecho yo) y que además te dará las bases para empezar tu proceso de mejora.
Su precio empezó en 19.95€, ahora es de 24.95€, la semana que viene lo subiré a 34.95€, lo que incluye son tantas ideas, y tan aplicables, que no lo voy a dejar por menos.
De momento puedes hacerte con él aquí. Y disfrutarlo al instante.
Es posible que en la siguiente newsletter ya te lo encuentres con esa subida, pero quería avisarte antes por si quieres empezar a cambiar tus mañanas.
Nunca subestimes el poder de empezar bien el día,
Nos vemos en el futuro,
Fabián
PD. La receta de los buñuelos, un ejemplo de la cantidad de posibilidades que existen en el mundo de la optimización personal:
40 g de almidón de patata
30 g de harina de garbanzo
130 g de agua
30 g de ghee o aceite de coco (si quieres lácteos puede ser mantequilla)
½ cucharita de azúcar de coco o similar
1 pizca de sal
La ralladura de 1 limón
2 huevos
Pon a hervir en un cazo el agua, el ghee, el azúcar y la sal. Cuando lo haga, pon de golpe los sólidos y bate bien durante 1 minuto hasta que se despegue del bol y no queden grumos. Fuera del fuego, y tras reposar 2-3 minutos, añade la ralladura de limón y los huevos poco a poco, dejando que se incorpore todo muy bien. Pasa a una manga y empieza a freir los buñuelos en AOVE formando bolitas. Verás que doran y quedan increíbles. Me gusta acabarlos con un poco de canela y limón.

