FutureSelf 53: El sacrificio
Si te estás sacrificando, es que hay algo que necesitas plantearte
La newsletter de la semana pasada os gustó mucho. No sabéis cuanto me alegro de eso. Gracias por escribirme y comentármelo, podría ser una recompensa a mi “sacrificio”, pero hoy quiero desmontar ese mito.
Lo cierto es que hago esto porque me gusta, porque me encanta expresarme en líneas o a viva voz, y disfruto de cada palabra que surge de mis neuronas. Me gusta pensar que lo que hago tiene cierta relevancia, no para ti, ni siquiera para mi comunidad, si no para mi yo del futuro. Por eso, hoy quiero dedicarle una edición a cómo he cambiado mi visión del sacrificio por otra que me ayuda mucho más a construir el futuro que busco. Esta edición va a ser fascinante.
Cuando me planteo las razones por las que hago algo, me gusta acudir a la palabra que más se acerca a ese motivo y entender qué significa. Hacer esto me da otra perspectiva, me ayuda a entender si la he malinterpretado o entendido mal, y me da una nueva visión sobre la que crear un nuevo capítulo. La palabra "sacrificio" proviene del latín "sacrificium", que a su vez se compone de "sacrum" (sagrado) y "facere" (hacer). Por lo tanto, el significado original de "sacrificio" es "hacer algo sagrado" o "consagrar algo a una deidad".Algunos detalles clave sobre el origen de la palabra "sacrificio":
En latín, "sacrum" significa "sagrado" y "facere" significa "hacer", por lo que "sacrificium" se refiere a la acción de hacer algo sagrado.
La palabra "sacrificio" en hebreo es "korban" (קרבן), que proviene de la raíz "karev" (קרב) que significa "acercarse". Esto indica que el sacrificio original tenía el propósito de acercarse a Dios, no de dar algo a cambio.
En algunas religiones antiguas, los sacrificios incluían la matanza de animales o incluso seres humanos como ofrenda a los dioses. Sin embargo, el significado original de "sacrificio" era más bien de consagración y acercamiento a lo divino.
Con el tiempo, el término "sacrificio" también se ha utilizado para referirse a renuncias o esfuerzos personales realizados con un objetivo mayor, como estudiar arduamente o arriesgar la propia vida por ayudar a otros
Es increíble como sólo hay que rascar un poco para entender cómo ha evolucionado una palabra, y cómo nos hemos alejado de su significado original. Si tuviera que preguntarte qué es el sacrificio para tí, ¿qué responderías? Para mí, el sacrificio siempre ha sido dejarme de lado. No ponerme en el centro. Priorizar a los demás. Priorizar las circunstancias externas y relegarme a otro lugar temporalmente. Ha sido no escucharme, ser rígido en lo que se supone que debería ser. Ser fiel a una expectativa que mi yo interno ha creado y que personalmente me he encargado de alimentar. Y ese tipo de sacrificio no lo quiero.
Es válido y te traerá resultados, pero a un coste muy alto. Cuando nos sacrificamos por otros, o por una situación, y notamos cierto desequilibrio en la balanza (lo hago por el otro, pero no por mí), podemos ver avance, pero lo estamos pagando con una moneda que trae muchos intereses ocultos: la frustración y la exigencia posterior. Seguro que esta frase te resulta familiar: te has sacrificado durante muchos años por algo o alguien, y, cuando llega el momento de la verdad… “así te lo pagan”. Ese sacrificio viene desde la deuda, desde el otro, desde la negación de nuestro deseo, y es ese sacrificio el que nos llevará al rencor, a la falsa expectativa de la persona o situación por la que nos sacrificamos y al autoengaño. Yo he vivido así muchos años, creyendo que me sacrificaba por algo que nunca llegaba. Esperando que otros vieran en ese “sacrificio” todo lo que me había esforzado y a todo lo que había renunciado por estar ahí. Y no funcionaba.
Y es que, si el sacrificio original tenía el propósito de acercarse a Dios, no de dar algo a cambio, o de hacer algo sagrado, renunciar a nosotros mismos y culpabilizar a los demás no es algo que tenga mucho sentido.
Leí el otro día un texto que me llamó mucho la atención, os dejo aquí un resumen:
Si piensas que estás sacrificando, estás haciendo lo equivocado. La elección correcta no es una elección. Es la única opción. No estás renunciando a cosas. Estás obteniendo algo que nadie más puede tener. Porque nadie ve lo que tú ves. Nadie llega tan lejos como tú llegarás. Sin la misión, tu vida sería una mentira. Pasarías cada día con una máscara puesta, sonriendo y saludando, suprimiendo el animal que llevas dentro. Eventualmente, ese animal te devora vivo. Si abandonaras tu obsesión, estarías renunciando a todo.
El Plan A es una obligación, no una opción. Para cualquier objetivo extremo que esté destinado para ti, el 'sacrificio' nunca debería ser una opción.
Y me parece que tiene mucha razón, no alimentes a ese animal que poco a poco irá consumiéndote por dentro. Entiende el sacrificio como las acciones que hoy haces para llegar a esa persona que serás mañana, pero que haces con pasión, con devoción, con la certeza de que la haces por ti, no por los demás. Eso es lo que le da poder a todo esto, lo que lo convierte en sagrado: la capacidad de transformar algo que no nos apetece, en un contrato con nosotros mismos hacia el lugar en el que queremos estar. En ese momento entenderás que el sacrificio no es otra cosa que la moneda de intercambio para construir, solo que en este caso no se basa en la frustración ni la expectativa de recibir, si no en la paz y la tranquilidad de que, pase lo que pase, lo que has sacrificado te ha transformado en la persona que un día soñaste ser. Y eso, en cierto modo, hace más justicia al significado original de la palabra: acercarte a tu propia divinidad.
Nos vemos en el futuro,
Fabián
Una gran reflexión, en mi caso el sacrificio (erróneamente entendido y manido debido a la pérdida de esencia así como origen) es la no priorización de mi misma, hablando en términos de emociones, sensaciones y sentimientos relegando el “yo” al “lo necesitas, para ti, por ellos” generando una renuncia propia que me hizo o ha hecho perder mi propio camino. Gracias por el post Fabián, un abrazo enorme