FutureSelf 54: La magia de la contradicción
Somos contradictorios, y eso nos hace ser parte del todo.
La vida puede ser maravillosa y doler a la vez. Puede llenarte de éxitos envenenados con celebraciones vacías, y con malas noticias llenas de crecimiento y esperanza. La contradicción rodea cada una de nuestras almas de formas que muy pocos pueden predecir, y es que es en el contraste donde reside la verdadera libertad.
Cuantos de nosotros hemos despertado sabiendo que las decisiones que tomemos van a resquebrajar el universo que con tanto mimo y cariño hemos creado, que van a destruir todo lo que un día construimos con ilusión y pasión, como un rey Midas queriendo evitar un destino que siempre estuvo ahí. Y es en esa destrucción donde, después del fuego y las llamas, surgen cenizas que ayudan a cultivar un nuevo terreno, lleno de sorpresas y especies que jamás pudimos llegarnos a imaginar. Pues todo es cíclico. Todo es impermanente, todo es cambio.
Cuando nos imaginamos una vida llena de días que se repiten, de momentos que parecen servir de dejavu, solemos pensar que se trata de una vida sin chispa ni salero. Una oportunidad perdida. Y yo también creo que es así, solo en el caso de que no se elija.
La contradicción está embebida en el ser humano. Quieres una cosa, haces otra. Buscas un resultado, pero creas el camino hacia otro lugar. ¿Dónde está el gap? ¿Cuál fue el momento en el que se creó tal diferencia entre lo que espero y lo que hay? La diferencia, indudablemente, está en mí.
En abrazar esa contradicción, en entender el juego de poderes entre mi yo del presente y mi yo del futuro. Ese vacío de poder creado por la falta de coherencia entre lo que hago y lo que quiero, entre lo que soy y lo que quiero ser. Entre la inercia y la intención. Un vacío llenado por el dolor, el miedo, la incertidumbre, la parálisis o la nostalgia. Cada una de estas emociones tienen, para mí, una función. El dolor te transforma, te indica lo que te importa y te muestra el camino a la aceptación. El miedo es un faro, un guía en medio de la niebla, que te dice por dónde deberías empezar a caminar. La incertidumbre es un indicador, claro y preciso, de que estás fuera de tu zona de confort, de que no sabes qué pasará, pero lo estás caminando igualmente. La parálisis te reconforta, te da la falsa sensación de que todo puede ser como antes, como la princesa de cuento que se casa y la historia se acaba, felices para siempre. Y la nostalgia es su fiel aliada, mostrándote aquello que tu yo del pasado tuvo y tú ahora valoras más que nunca. Son emociones que nos muestran regalos, perspectivas que, bien usadas, nos acercan a nuestra próxima versión.
Hace unos días os hablé del sacrificio, y cómo el sacrificio visto por tu yo del futuro, solo era un puente, algo necesario para llegar a donde estaba. La aceptación de la contradicción, de las emociones que afloran en tu piel cuando las transitas, son parte de ese sacrificio, de ese proceso que te llevará a algún lugar más especial.
Recuerdo en este momento el principio hermético que rige muchas leyes universales: el Kybalión. Esta antigua sabiduría, transmitida a través de los tiempos, nos revela siete principios fundamentales que gobiernan la realidad y nuestra existencia.
El Kybalión, como un susurro del cosmos, nos habla de la naturaleza dual del universo, de la danza eterna entre los opuestos que mencionamos antes. Nos invita a ver más allá de la superficie, a entender que cada contradicción es, en realidad, una invitación a la armonía.
Entre sus principios, destaca el de Correspondencia: "Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba". Este axioma nos susurra que todo está interconectado, que cada partícula de nuestro ser refleja la vastedad del cosmos. Nuestras luchas internas, esos momentos en los que nos sentimos divididos entre lo que somos y lo que anhelamos ser, no son más que un espejo de los grandes ciclos universales.
Cada decisión que tomas, cada emoción que experimentas, es como una onda en un estanque. Esa onda se expande, tocando no solo tu realidad inmediata, sino reverberando en planos que ni siquiera podemos percibir. El principio de Correspondencia nos recuerda que nuestro mundo interior es un microcosmos del universo entero.
Así, cuando abrazamos nuestras contradicciones, cuando aceptamos el dolor del crecimiento o la incertidumbre del cambio, no estamos simplemente lidiando con nuestros propios desafíos. Estamos, en cierta forma, danzando con el ritmo cósmico, alineándonos con las fuerzas que mueven galaxias y moldean estrellas.
Me gusta ver la vida no como una serie de eventos aislados, sino como un tapiz intrincado donde cada hilo tiene su propósito. Esas emociones que mencionamos antes - el dolor, el miedo, la incertidumbre - no son meros obstáculos, sino guías en nuestro viaje. Son las herramientas con las que tallamos nuestra realidad, los pinceles con los que pintamos nuestro destino.
En este baile eterno entre lo que somos y lo que podemos llegar a ser, me obligo a recordar que somos tanto el artista como la obra de arte. Cada contradicción que enfrentamos, cada momento de duda o de claridad, es una oportunidad para alinearnos con las grandes verdades que habitan dentro de nosotros.
Y así, en la aceptación de nuestra naturaleza dual, en el abrazo de nuestras sombras y luces, encontramos no solo nuestra propia evolución, sino también nuestro lugar en el gran tapiz cósmico. Pues como es arriba, es abajo; y en cada uno de nosotros late el corazón del universo entero.
Nos vemos en el futuro,
Fabián