FutureSelf 9: Soberano de tu vida
Existe un momento de la vida en la que la magia se convierte en algo real, algo palpable, que puedes tocar con las yemas de tus dedos. Un momento en el que el tiempo se detiene y tu capacidad de entender el mundo que te rodea empieza a ser algo natural y fácil. Donde todo empieza a fluir y la serendipia empieza a brotar.
serendipia
nombre femenino
Circunstancia de encontrar por casualidad algo que no se buscaba.
La serendipia es una palabra que me fascina, como te definía arriba, es la capacidad o circunstancia de encontrar algo que no se buscaba, pero que te ayuda mucho en el camino que estabas recorriendo. Es como encontrarse una moneda de 2€ cuando te has dejado la cartera y tienes que pagar un café. Yo también lo defino como la forma que tiene el universo/destino/llámalo X de decirte: es por ahí. Pues es esta situación la que aparece en ese momento de la vida que describía antes, y ese momento se produce cuando eres soberano de tu vida.
Ser soberano de algo es más que ser propietario, cuando eres soberano, eres el anfitrión, el responsable y el general manager, el CEO. La soberanía es algo que, poco a poco, hemos ido cediendo a la vida, a nuestras circunstancias, a nuestro contexto y a nuestro yo inconsciente, pero es uno de los poderes más preciados que tenemos.
Te lo comparo con un alquiler. Cuando nos vamos de alquiler a una casa, ésta se convierte en nuestro refugio, nuestro hogar. La hacemos nuestra, le ponemos los muebles que nos gustan y la decoramos a nuestro estilo. Y hasta ahí. No podemos tirar esa pared entre la habitación y el baño, porque no es nuestra. Tampoco podemos pintar de otro color las paredes, aunque ese rojo magenta que al propietario se le ocurrió poner te repela más que comerte tres ajos antes de una cita. Sólo puedes hacer retoques, pero no puedes cambiar la estructura, no eres soberano de ese lugar. En cambio, cuando eres propietario de ese lugar, ese lugar se convierte en una parte de ti. Puedes tomar completa responsabilidad y decisiones sobre él. Puedes cambiar la cocina, pintar las puertas y hasta poner ese suelo nuevo que tanto querías. También tendrás que pagarlo y ser responsable de su mantenimiento y cuidado para que te dure más tiempo.
¿No os ha pasado nunca de tener esa sensación de que tu vida está en manos de otros? No puedes hacer planes un martes porque dependes de horarios que te han marcados otros, no puedes ir al gimnasio a las 9 porque entras a las 7. No puedes dejar de comerte ese donut porque tu adicción al azúcar empezó a los 10 años. Tampoco puedes avanzar en el trabajo porque tu adicción a los reels y tiktoks no te lo permite.
Hoy me gustaría hablarte del concepto de soberanía en tu vida y cómo podemos aplicarlo para sentir que nuestra vida avanza por donde nosotros queremos, y no por donde la corriente nos lleva. Vamos a explorar cómo, aplicando este concepto, podemos dejar atrás el victimismo, la falsa ilusión de que no hay nada por hacer y de cómo podemos empezar a dar pasos para aumentar nuestra libertad en el futuro.
La soberanía puede aplicarse a mil situaciones y contextos, pero voy a tratar los que creo que son claves para empezar: ser soberano de tu mente y ser soberano de tu cuerpo.
Pensemos en cuando hablamos de soberanía nacional, es la facultad que tiene un estado para ser independiente del resto, para gobernarse a sí mismo y controlar sus propios asuntos, sin interferencia externa, para establecerse de forma autónoma y construir un futuro por su cuenta, relacionándose con los demás, cooperando con ellos, pero no dependiendo de ellos para su crecimiento o mantenimiento de su orden interno. Es un principio clave del sistema internacional y del derecho internacional. Un estado soberano tiene el poder de hacer leyes, controlar su territorio, y establecer relaciones con otros estados soberanos.
Ahora, pensemos en una monarquía, el rey o reina soberana sirve como la autoridad suprema dentro de su reino o territorio. Pues con tu mente y tu cuerpo pasa lo mismo. Con la soberanía, conseguimos ser los reyes de nuestro destino. Tenemos la capacidad de controlar nuestro propio cuerpo, pensamientos y acciones, libres de interferencias externas que nos manipulen.
Pero… ¿cómo ser soberanos de nuestra mente y nuestro cuerpo? El camino hacia ese destino pasa por entender 3 cosas básicas que quiero tratar hoy:
El poder de nuestras decisiones.
La responsabilidad de nuestras decisiones.
La capacidad de la intención y de mantener el timón
El poder de nuestras decisiones.
Subestimamos el poder de nuestras decisiones en el largo plazo. Hoy estoy escribiendo estas palabras desde el centro de Berlín, porque decidí hace unos días venirme a experimentar un retiro creativo y enfocarme en escribir y grabar varios podcasts. Sin esa decisión, seguramente tú no estarías leyendo esto y yo estaría procrastinando en algún lugar del sofá de mi casa. Pero estoy aquí, tomé esta decisión y ahora cosecho los frutos de ella. Creemos que nuestras decisiones no tienen importancia, que no influyen en el transcurso del día, pero sí lo hacen, y mucho.
Podemos decidir levantarnos a las 7 o a las 10. Podemos decidir desayunar una cerveza o un revuelto de huevos. Podemos decidir ver las noticias por las mañanas o escuchar un podcast. Podemos elegir muchas de las cosas que nos pasan en nuestro día a día, sólo que no lo hacemos. Al menos no de forma consciente, y ahí radica el problema.
Nuestras decisiones nos dan la llave a una vida llena de soberanía y de elección, y yo te estoy desvelando que las decisiones existen, aunque mires para otro lado y no quieras verlo ahora. Revisa tus elecciones diarias, aquellas que hacen que tu día cambie, mejore o empeore. Analiza si son las que te están llevando al lugar en el que te gustaría estar en el futuro, y empieza a tratar cada una de estas opciones como el código que necesitabas para abrir la caja fuerte de tu poder interior.
La responsabilidad de nuestras decisiones.
Todo puede parecer muy bonito cuando hablo de potencial, decisiones y opciones a elegir, pero hay que ser conscientes de que ser soberanos de nuestra vida lleva la mayor de las responsabilidades: la de tu propia vida. Ser responsable de tu propia vida da miedo. Mucho. Salimos a lo bestia de zonas de confort muy cómodas.
Sobrepasamos límites en los que delegábamos la responsabilidad a otros, al médico, al entrenador, al nutricionista, al gestor… Por eso hay tanta gente en piloto automático, por eso parece que estamos adormecidos e inertes ante el mundo. Nos da miedo experimentar la responsabilidad de controlar nuestras decisiones. Y es normal. Vivimos en una sociedad en la que, si el médico nos dice que una copita de vino al día es buena, le hacemos caso y delegamos nuestra salud en esa opinión, aunque esté más que demostrado que el alcohol, sea mucho o poco, es una sustancia que nos perjudica.
Por eso es tan importante no delegar aspectos clave de nuestro yo del futuro en otras personas que no seamos nosotros. Podemos confiar en la opinión de profesionales, podemos apoyarnos en el conocimiento de especialistas, pero siempre, somos nosotros los responsables de tomar esa decisión, de implementarla y de buscar más opciones si la primera no nos convence. No decir que sí a todo, tener espíritu crítico y entender que cada cuerpo, y cada mente, es diferente, te llevará a experimentar en ti aquello que más te beneficie y te ayude en tu camino a la mejora.
Cuando delegamos en otras personas la responsabilidad, lo que hacemos es decirnos a nosotros mismos que no somos suficientes, que no hay nada que nosotros podamos hacer y que todo está en manos del otro. Empezamos una rueda de victimización en la que no tengo el control de nada y en la que, como nada depende de mí, nada puedo hacer. Esa victimización nos lleva a la inercia, a los malos hábitos, a volver a caer en patrones automáticos y no conscientes. Y eso me lleva al último punto.
La capacidad de la intención y de mantener el timón
En nuestro proceso de recuperar nuestra soberanía, la intención es tan importante como las propias acciones que tomemos. Cuando hablo de intención, hablo del foco y del objetivo que tienes con todo esto. El porqué de querer tener más poder en ti. Es ese porqué el que te llevará a mantener el timón en las tormentas, cuando todo sea caos a tu alrededor y parezca que el barco se viene abajo. La intención nos da la gasolina que necesitamos para avanzar cada día, para preguntarnos cosas, para mejorar a nuestro yo del futuro. La intención nos permite estar focalizados en lo que queremos, huir del camino que no queremos volver a recorrer. Nos ayuda a analizar si lo que hacemos es por decisión propia o por miedo, nos permite ser conscientes de nuestros actos y nos ayuda a cambiarlos en caso de que no se alineen con lo que queremos en este momento.
Me parece muy fuerte y muy infravalorado el potencial que tiene la intención y el tomar las decisiones desde ese punto de vista, más amable con nosotros, empoderándonos y dándonos herramientas para seguir adelante aunque el entorno no ayude. Porque si no aplicamos intención, no sabremos a dónde vamos, daremos tumbos y, en el peor de los casos: perderemos el control del timón. Las olas y las corrientes empezarán a gestionar el rumbo de nuestro barco. El timón se convertirá en un objeto de decoración que no evitará ir a la deriva cuando su destino era llevarte a tierra firme.
Espero que estas líneas te hayan convencido de dejar de llevarte por la corriente, de que existe otro camino a la inercia y de que éste se consigue a través de la soberanía.
Es hora de ser el rey o la reina consorte de tu propia vida.
Nos vemos la semana que viene en la que te contaré cómo ser soberano de tu mente,
Fabián
PD. Si quieres profundizar más en este tema, acabo de sacar un episodio en mi podcast Futuro Pluscuamperfecto, sobre ello. Si te mola y me dejas 5 estrellas en Spotify, me alegrarás el finde :)