FutureSelf 7: Invertir en tu yo del futuro
Desbloquea el poder de invertir en ti y empieza a crear tu futuro
Imagina que te digo lo siguiente: tengo la combinación ganadora del Euromillones, apunta:
2 11 28 42 48 - 4 9
Te aseguro que esta combinación saldrá en algún momento entre 2023 y 2028, sólo que no voy a decirte qué día lo hará, pero saldrá.
Seguramente, sabiendo que la combinación completa puede darte entre 10 y 20 millones de euros, y que cada boleto te cuesta 2.5€, no dudarías en comprar cada día durante los próximos 5 años tu billete. Da igual lo que hagas, da igual lo que gastes, si cumples la regla, conseguirás ganar tus millones. Al fin y al cabo, te gastarás 1300€ durante 5 años, a lo sumo, para ganar una cantidad de unos 10.000.000€, 8.000.000€ si le quitas los impuestos. No es mala inversión, ¿verdad?
Pues bien, esta combinación fue la ganadora el 11 de julio de 2023, y 2 personas en Europa se llevaron no 10, sino 36 millones de euros. Casi 28 millones limpios.
Eso es lo que ocurre cuando inviertes en ti. No sabes cuando recuperarás la inversión, no sabes en qué condiciones, sólo sabes que lo harás.
Me parece curioso cómo usamos la palabra gasto en muchas ocasiones, cuando realmente deberíamos usar la palabra inversión. El cambio de palabra nos permite evaluar la profundidad de nuestra intención. Cuando gastamos, estamos intercambiando un recurso por otro, sin más: dos euros por un café, 60 minutos de tu tiempo por 50 euros. Gastamos intercambiando cosas, sin más.
En cambio, cuando invertimos, no sólo intercambiamos cosas, si no que añadimos un potencial, un bonus o un extra, que se acumula, y que nos servirá en algún momento. Es como si de repente, no sólo te sirvieran un café, sino que gracias a esos 2€, ahora tienes el café y una galletita que lo acompaña cada vez que te lo tomas ahí.
Conocer esta pequeña diferencia de palabra nos permite entender por qué es tan importante dejar de gastar y empezar a invertir.
Hay gastos que pueden ser inversiones, e inversiones que pueden llegar a ser gastos, todo depende de lo que decidas hacer con ello, de la intención que le añadas a ese desembolso de recursos: puedes invertir en una vivienda sabiendo que, si la reformas, la tratas bien y tu elección del lugar ha sido la correcta, en unos años valdrá más de lo que pagaste por ella, generando más de lo que le habías dedicado. En cambio, puedes gastar en una vivienda, si lo haces desde otro punto de vista: no la cuidas, el barrio se degrada y no viste esa tendencia, o la compraste en frente de otros pisos que estaban en construcción y ahora tapan toda la vista.
Aún así, hay un hack. Y aquí es donde viene lo interesante: un intercambio de recursos que, pase lo que pase, siempre será inversión, no gasto. Que siempre construirá a tu favor más de lo que has puesto, y que, independientemente de los recursos que pongas, siempre jugará a tu favor. Es un atajo, aunque aún hay gente que no lo ve así. Invertir en ti.
Cuando invertimos en nosotros mismos, estamos invirtiendo en nuestro potencial, en lo que podemos llegar a ser, en lo que seremos algún día. Estamos dándole a nuestro yo del futuro los recursos que necesita para ser libre. Estamos creando una versión de nosotros mismos que antes de esa inversión no contemplábamos. Y ahí reside la magia.
Al aprender un nuevo idioma, y “gastarte” 600€ en una academia, estás creando una línea del tiempo que te conecta con tu versión que sabe inglés, y que puede viajar a Londres a trabajar por ello.
Cuando te “gastas” 300€ en un curso de cocina saludable, estás creando una línea del tiempo que le permitirá a tu futura versión comer más sano, hacerlo en menos tiempo y con más recursos.
Al “gastarte” 1.000€ en una membresía anual para aprender a meditar, no sólo ganarás la habilidad de meditar, si no la capacidad de aplicarlo a mil situaciones el día de mañana, añadiendo capas a tu conocimiento.
Y lo mismo pasa con el tiempo:
Al pasar 4 horas dedicada a hacer deporte cada semana, estás invirtiendo en tu yo del futuro más activa y saludable.
Al leer 30 minutos cada noche, estás invirtiendo en una persona que mañana tendrá una idea sacada de ahí que te hará más feliz, más realizada o más consciente.
¿Ves el patrón? Cuando nos dedicamos recursos a nosotros mismos, nunca estamos gastando, estamos invirtiendo. Tenemos la capacidad de ser como grandes edificios, que van añadiendo con cada experiencia, con cada aprendizaje, capas y capas que nos hacen más sabios, expertos, autosuficientes, libres y capaces de conseguir lo que nos propongamos. Además, es exponencial. En el mundo de la mente, 2+2 puede ser 102, porque lo asociamos todo, porque lo relacionamos de tal manera que, como decía Steve Jobs, acabamos uniendo los puntos de todo lo que hemos ido experimentando en nuestra vida.
Para mí, ahí reside el secreto: saber invertir en ti. Saber que no hay dinero que pague el potencial que estás por desatar, que no hay nada caro o barato cuando hablamos de mejorarnos a nosotros mismos, porque es algo que, una vez integremos y aprendamos, nunca desaparecerá. No es un café que se esfuma cuando te lo has bebido, no es un bolso que se pasa de moda en la siguiente temporada y dejas de ponértelo, eres tú, las sensaciones que te ha producido, lo que te has llevado de ello, lo que has experimentado e integrado por el camino, y cómo tu yo del futuro se beneficiará de ello cada día de su vida.
Cada vez que te plantees si algo es caro, pregúntate: Si tuviera los números del EuroMillones los compraría sin dudar durante los próximos 5 años, ¿por qué no hago lo mismo conmigo? ¿es caro para mi versión actual, o es barato para el potencial que puedo desatar con ello?
Cuando eres consciente del potencial que tienes, te das cuenta de que el bien más preciado no es el dinero, sino los días que estás dejando escapar sin alcanzar las oportunidades que duermen dentro de ti.
Nos vemos la semana que viene,
Fabián
Una reflexión muy importante! Yo he decidido esta semana apuntarme al gimnasio porque me he mentalizado de que no es un gasto, es una inversión en mi bienestar!